Rishikesh, la tierra del yoga y de los gurúes, donde el Ganges casi toca las montañas sagradas, morada de Shiva; tierra que ama a Krishna y que lo venera en cada rinconcito de esta ciudad ardiente y fresca, caótica y pacífica, sucia y pura, toda una mixtura de sentimientos y sensaciones que sólo el poderoso río sagrado con sus aguas heladas y turbulentas puede apaciguar; abrirá sus manos y dejará en Varanasi, ciudad que recibe el último suspiro de los devotos, toda esa confusión y devoción, así como una madre deja con amor a su niño en la cuna para que duerma con paz y tranquilidad.
Es increíble cómo los seres humanos siempre estamos llenos de preconceptos y una vez más en nuestras cabezas teníamos una imagen y una historia distinta de lo que era Rishikesh.
Luego del golpe inicial y después de borrar esa historieta que habíamos creado, nos pudimos conectar con la energía tan fuerte y vibrante que se respira aquí.
Nos quedamos en el Ashram Parmath Niketan, al otro lado del río, cerca al puente Rham Jhula; es la primera vez para las dos que viviremos la experiencia de un ashram, una comunidad espiritual, aún no sabemos cómo funciona y tenemos curiosidad y expectativas, ya desde el primer momento se están quebrando muchas cosas y están naciendo otras; estamos dejando de lado viejas costumbres, manías, y estamos aceptando otras y simplemente nos estamos entregando de corazón.
Esta es Rishikesh, ciudad sagrada, la ciudad de las vacas y los Ashrams, la ciudad del yoga, la que se acerca tímidamente a Shiva, quien desde el Kailash vigila cada uno de nuestros movimientos.
Bienvenido!
